Por Daniela María Osuna Rodríguez 

Siento su mirada insistente. Como si yo tuviera la fórmula para controlar su vida. Como si quisiera que le gritara mientras está sentada a mi lado. Sé que no le gusta mi cabello. 

El reloj marca las 7:15. 

Una cosa tengo clara. Ella me odia y yo quiero levantarme de esta silla. 

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