Por Alma Delia Blancas Mirano
—¡Manuel, otra vez con tus zapatos sucios!, ¡toma papel y límpiate la nariz!, ¡bien, vamos a comenzar la clase!; a ver, vamos a empezar con la frase que escribí en el pizarrón el día de hoy: “Cree en ti y todo será posible”, ¿qué nos quiere decir esto?, ¿quién me dice?, ¿qué piensan?, ¿qué piensas tú Manuel?
—¡Yo pienso, maestra, que un día me voy a poder comprar un Transformers, cuando pueda trabajar mucho más!
No tardaron las risas de sus compañeros y uno que otro que no aceptara la opinión de Manuel, a veces parecía que estaba en otra sintonía
—¡A ver, orden!, terminando algunas de sus participaciones, seguimos con una nueva actividad; a ver niños, vamos a formar equipos de cuatro personas y van a elaborar preguntas sobre aspectos que no conozcan de sus compañeros y que quisieran saber.
En el equipo de Manuel, hicieron varios cuestionamientos que pudimos compartir en asamblea dentro del grupo; cuando cada equipo pasó al frente a compartir sus preguntas y respuestas, el equipo de Manuel nos sorprendió. Cada equipo tuvo un representante, el representante del equipo de Manuel, era Teresita y, al pasar al frente, comentó: En mi equipo elaboramos las siguientes preguntas: ¿qué piensas de ti mismo? y ¿qué cambiarías de ti?, pero, ¡Manuel pasa a explicar mejor tú!; todos miramos a Manuel y él se levantó de su lugar, pasó frente al pizarrón y empezó a platicar las respuestas a sus preguntas.
—¡Bueno, está bien! les explicaré: cuando a mí mis compañeros me preguntaron ¿qué pienso de mí? yo contesté: Yo soy un niño de 10 años, un poco sucio y desarreglado porque cuando me vengo para la escuela debo caminar mucho y a veces hay charcos de lodo, o también en ocasiones no me da tiempo bañarme porque, o no hay agua en mi casa, o debo apurarme a darle de comer a las gallinas que cuida mi mamá, y como vamos a vender la leche a los vecinos, luego ya no me da tiempo de regresar a bañarme; pero a pesar de eso, soy un niño muy guapo e inteligente —rieron todos— mi mamá siempre me lo dice; dice que nunca debo ser igual a los demás porque yo soy muy inteligente y que siempre puedo hacer todo; y yo creo que sí, porque el otro día, un señor no nos quería pagar bien la leche y yo conté los litros que le di, eran 4 y cada litro lo pagan a $12, entonces de 4 litros eran $48 y el señor me quería pagar $36 solamente y mamá me dijo, son $36 hijo, el otro litro se lo vamos a regalar porque él lo necesita más; mi mamá me dijo, siempre debemos ser agradecidos; en realidad el señor nos robó un litro de leche porque no lo pagó, pero ese día tuvimos tanto trabajo y vendimos tantos litros que no nos hicieron falta los doce pesos.
De regreso a casa, le corté un girasol a mi mamá y ella me lo agradeció con un beso. La siguiente pregunta, ¿qué cambiaría de mí?, pues nada, excepto asearme un poco, lo demás, nada; porque soy feliz con todas las cosas que hago, le ayudo mucho a mi mamá, ella siempre me dice que el cómo te ven los demás no es problema nuestro, el problema está cuando tú te miras en el espejo y no te reconoces. Además—agregó para finalizar— cada día que vengo a la escuela y escucho a la maestra cuando nos dice: Teresita, ¡pasa y siéntate!, ¿Carlos, no te firmó la tarea tu mamá?, ¡Manuel, límpiate la nariz!, me doy cuenta que ella también nos quiere mucho porque se fija en todo lo que hacemos y en todo lo que somos; por eso, yo no cambiaría nada, porque cada espacio en el que vivo, todos me cuidan, pero, más que eso, puedo hacer lo que a mí me gusta y cuando yo sea grande y pueda trabajar un poco más, me compraré mi Transformers.
Ese día, entendí cuánto puede aprender un maestro de un alumno, Manuel me enseñó, con el ejemplo de sus acciones, la frase que en el pizarrón yo escribí.