Por Wanda Reyes

Estoy tan enojada. No puedo creer que aguantara tanto tiempo en este trabajo, y nadie jamás me felicitó en mi cumpleaños. Cinco años y no se interesaron por mí. Bueno, uno que otro “compañero” me invitaba a tomar una copa de vez en cuando, pero claro, todos sabíamos que siempre buscaban a la más solitaria para ver si podían conseguir algo. También está ese chico que entró la semana pasada, que fue muy amable por unos días, pero después nada de nada. Lo peor es que mi compañera siente la necesidad de decirme de vez en cuando, “oye, Pricilla, si sonrieras más tuvieras más amigos”. ¡Puaj!, se me revuelve el estómago cada vez que la oigo.

Estoy harta de todos y hoy en mi cumpleaños tomé la decisión de renunciar. Sí, ya sé que fue algo apresurado, incluso estúpido, pues es mi único sustento, pero la casa ya es mía, papá me la heredó y aunque tenga que vender baratijas en la acera lo prefiero antes que esta tortura de llegar temprano, hacer mi trabajo y no recibir nada más que críticas para que sea más simpática.

Recuerdo la vez que mi jefe me llamó a su oficina, cuando recién entré a trabajar, y me dijo que me había contratado más por mi “linda cara” que por mi extenso currículum y todavía se atrevió a decir que cuando quisiera un ascenso lo habláramos cenando en algún restaurante. ¡Qué descaro! Lo aguanté, evité lo más que pude volver a cruzar palabra con él;  pronto pasó su atención a una nueva chica que recién entró y la ascendieron, ja, pero, claro solo especulo, no juzgo a nadie. En cambio, yo, sí merezco un ascenso desde hace dos años, pero me abstuve de pedirlo.

¡Uy!, qué hermoso se ve el mercado hoy, lleno de frutas de diferentes colores y verduras frescas, llevaré algunas para la cena. 

¡Dios!, compré demasiado, no sé si llegaré con todo esto en la mano sin que se rompa alguna de las bolsas. Ya sé, todos dicen que divago y que habló mucho conmigo misma, pero es que soy mi mejor amiga, ¡ja!. Mi madre siempre me decía que mi cerebro estaba tan desordenado como mi habitación. Ya soy más ordenada, pero, después de todo, mientras haga las cosas bien y a tiempo, ¿cuál es el problema con que sea algo distraída?

Recuerdo una vez que fuimos con mi mamá a la feria, le dije que iría por un algodón de azúcar y terminé en la estación del tren a un kilómetro de ahí. Mi madre estaba furiosa. Yo le expliqué que cuando iba por el algodón me di cuenta de que había un nuevo juego, así que el dinero del algodón mejor lo usé en eso. Pero luego, cuando me bajé y ya iba de regreso, una señora buscaba desesperada su cartera, y me pidió que la ayudara. Cuando la encontramos, me regaló dinero en recompensa. En ese momento vi al señor de los algodones que ya iba a dos cuadras de la entrada de la feria y corrí tras él hasta alcanzarlo. Luego observé a unos niños que jugaban a atraparse y me quedé viéndolos mientras me comía el algodón. Después de un rato me preguntaron si quería jugar a las escondidas porque la estación del tren tenía muchos lugares donde esconderse y  fui tras ellos. Estuve escondida un buen rato (cuando estoy concentrada en algo, me zambullo en el vasto mar de mi mente y desaparezco por unos momentos), pero nadie me encontró, ni siquiera sé si me buscaron, ¡malditos niños! Salí de mi escondite,  fui a la oficina de la estación y me dijeron que esperara ahí porque una señora andaba buscando a una niña como yo. Ese día aprendí por las malas a no dejarme llevar por mis escarceos.

¡Uf!, bueno, ¿por dónde iba?, ah sí, pues que renuncié. Estoy desempleada y con muchas frutas y verduras que seguro se arruinarán cuando me corten la luz.

“Respira, respira Priscilla”. No entres en pánico, por lo menos no aquí en la calle.

Bueno, ahí está mi casa, es muy linda, el tamaño perfecto. Dos habitaciones, (ahora que lo pienso, alquilar esa habitación podría ser una solución), tiene un lindo jardín, las plantas vienen y van porque se me olvida regarlas y mueren, pero ya estoy haciendo un calendario para no olvidar nada. También tiene esa hermosa fachada rústica con un porche donde coloqué una banca con cojines muy cómodos y ahí es en donde me siento a tomar mi café… ¿Qué es eso, un regalo? ¡Hay un regalo en la puerta! Es una caja blanca con un gran lazo rojo. ¿Quién me lo habrá enviado?

Estoy caminando lo más rápido que puedo, pero ya me duelen las manos con todas estas bolsas. ¡Vamos unos pasos más y llegamos! ¿Dónde están las llaves?, este bolso juro que lo tiraré: es demasiado grande y por eso lo lleno de cosas innecesarias, me compraré un bolso pequeño, ahora que lo pienso mejor una cangurera. Aquí están las llaves, también tengo que deshacerme de todos estos llaveros, ya no estamos en los 80, aunque es mi época preferida. Con mi papá siempre mirábamos películas de esa época y escuchábamos por horas las canciones de sus bandas favoritas. 

Por fin abrí, sólo pongo las cosas en la cocina, y… ¡Uy!, está pesadito el regalo, lo pondré con cuidado en la mesa. ¡Qué emoción!, lo voy a abrir, pero… Y ¿si es una bomba? No, ¿quién me enviaría una bomba? pero y ¿si es una broma?, de esas que traen mecanismos que al abrirlo, explota y me deja bañada de algo asqueroso. 

“No, vamos Pricila no seas negativa, sonríe Pricila al MUNDO”, ¡puaj! Soné exactamente como la siempre positiva Sra. Susanita, clásica compañera metida en la vida de los demás, pero que en mi cumpleaños nunca me felicitó. 

Bueno, ya, a la una, a las dos y a las tres, ¡feliz cumpleaños a mí!

Es un hermoso pastel de chocolate con temática de “Los Cazafantasmas”. Es el personaje de “Pegajoso” queriendo darle una mordida al pastel, ¡lo amo! Pero ¿quién me enviaría este regalo?, es cierto que mi computadora tiene una pegatina gigante de Cazafantasmas y mi protector de pantalla tiene a Ray lleno de malvavisco, mi llavero tiene varios personajes y mi camisa del viernes casual en la oficina siempre es de eso, pero nunca nadie lo había notado, por lo menos nunca me comentaron nada al respecto. Estoy llorando, es una inesperada y hermosa sorpresa. ¡Uy, hay una nota debajo del pastel!

“Hola, Pricila soy Josué y soy el nuevo empleado, hace varios días te quería saludar, pero te veía algo molesta y pensé que tal vez tenías mucho trabajo. Me fijé que te gustan los Cazafantasmas y yo también soy fan y pues me enteré de que estabas de cumpleaños y … Bueno, en vista de que tienes ahí un fantasma… ¿A quién vas a llamar?… 78332201, este es mi número de teléfono, llámame.  Quiero invitarte a salir hoy por tu cumpleaños”.

¡No lo pue-do cre-er!  Mi compañera tenía razón, tengo que sonreír más, dice que me vio molesta, pero es que así es mi cara, ja. El pastel se ve delicioso. Esto solo puede significar que es el comienzo de algo bueno.  ¿Qué iba a hacer? Ay sí, un plato para comer este delicioso pastel, ¡Feliz Cumpleaños a mí! Y después, a llamar a Josué, yo creo que ya me veo casándome con él y…

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