Un viaje personal a través de la creatividad, la autocrítica y la liberación en el mundo del arte

Por Sofía Murillo

Mujeresaladas | La Paz, Baja California Sur.- Una de las cosas que más me gusta hacer es dibujar, sin embargo, me frustra mucho no hacerlo como quisiera. Disfruto consumiendo contenido sobre dibujo y pintura en redes sociales, me anima mucho ver el proceso de creación de una obra de este tipo y al ser acompañado con una canción hace que parezca tan fácil, sencillo y relajante de hacer. Es increíble ver los dibujos o pinturas, hechos a mano o en digital, apreciar los colores, intentar descifrar los trazos y la forma en que se han creado, para sentir el destello de inspiración que me dirige a crear algo que se pueda igualar a mis artistas favoritas o favoritos.

Al menos, así es como me he ido acercando más a esta actividad, no obstante, a pesar de ser algo que me encanta, es también una de las cosas que más me frustra. Por más que intento observar detalladamente el estilo que me gusta, los colores, las líneas, las formas, pareciera que es imposible hacer algo tan bello como la referencia. Es difícil aceptar que así es como dibujo, que es lo que tengo, por el momento.

Este gusto por el dibujo me acompaña desde niña, cuando disfrutaba muchísimo crear personajes con ropas detalladas de colores vivos, un círculo para la cabeza, para los pies y las manos, porque no importaba dibujarlos bien, sólo importaba dibujar y crear a mis personajes. Una de las cosas que más amaba era el diseñar la ropa; crear, desde una forma convencional, de vestido o pantalón, algo completamente diferente y único.

Aún disfruto haciendo esto, el problema es que no me convence ni la pose, ni la forma del cuerpo, y las manos y pies en forma de círculo ya no van con el estilo de dibujo que quiero aplicar. Hubo un tiempo en el que me frustré tanto por no poder crear nada a mi gusto que caí en un pequeño bloqueo creativo. Por más que lo intentaba, una y otra vez, no podía dar forma a algo deseable, por más consejos que veía en internet mi mano tan sólo no fluía como quería que lo hiciera; eso me puso triste y me hizo recordar lo mucho que disfrutaba dibujar antes, lo fácil y lo libre que era.

Entonces, como nada de lo nuevo me salía, intenté lo que siempre supe hacer bien, una cabeza y manos redondas, un cuerpo sin mucho detalle a diferencia de la ropa y, por supuesto, una flor de cada tipo, pues de niña me apropié de una forma precisa para hacer diferentes tipos de flores que siempre acompañaban los jardines. Fue un ejercicio muy lindo que me hizo conectar con mi niña interior, mucho más talentosa y creativa, mucho más libre que yo.

Justo después de trazar esa pequeña imagen con los recursos que mejor conocía, me dispuse a crear un dibujo con el estilo que manejaba en ese momento y todo fluyó de manera increíble. No puedo decir que ahora dibujaba igual que mis artistas favoritas, pero sí puedo decir que en menos de dos horas pasé de estar muy atascada en los trazos a fluir tranquilamente. El haber dibujado sin presiones ni expectativas fuera de mi alcance y en un estilo mucho más trabajado por mí desbloqueó mi creatividad; comencé a dibujar para mí.

No es verdad que a partir de ahí dejé de juzgarme y hacer garabatos enojados reprobando lo que hice. Todo aquello sucedió en 2021 y aún a la fecha hay momentos donde parece que mi mano sólo sirve para dibujar letras y números; pero, puedo decir que me di cuenta de que por eso las infancias disfrutan tanto creando, porque no tienen un estándar realmente alto, sólo crean para divertirse. A partir de mi relación con el dibujo descubrí que los procesos creativos son muy parecidos en las diferentes ramas del arte; precisamente en la escritura me encuentro en un bloqueo creativo, lo que me llevó a comparar mis manuscritos con aquellos garabatos.

Las artistas que admiro tanto han pasado muchos años de su vida mejorando la técnica de sus trabajos, mientras que yo apenas consigo el tiempo para dibujar. De igual forma, las escritoras que me encanta leer tuvieron que escribir muchísimos manuscritos, borradores e historias jamás leídas para publicar al menos una obra. Entonces, yo, que dedico mucho menos tiempo a escribir que a dibujar, claramente no puedo llegar a ese nivel en este momento. Necesito práctica.

Siempre he amado escribir, por eso es que decidí estudiar letras, y lo hacía creyéndome la escritora más talentosa del mundo, que para mi edad en ese momento lo que creaba estaba en un buen nivel. Sin embargo, pausé la escritura por un buen tiempo, y ahora, después de los veinte me es casi imposible crear un texto de la forma que yo quisiera. Me quedé en el nivel en que dejé de practicar este arte, y, si continúo practicando podré avanzar a lo que correspondería a mi edad. El problema es que me juzgo, me exijo y a veces olvido que lo que necesito es escribir historias que tendrán la cabeza, las manos y los pies en forma redonda y que las flores, aunque también redondeadas, se verán muy bonitas.

Las artes se conforman de creatividad, claramente, pero también de técnica, que es la vía en que se mandará el mensaje que queremos plasmar. La técnica, entonces, es algo que debe trabajarse y practicarse como cualquier habilidad; necesitamos llenarnos de errores para conseguir garabatos que nos encanten, pero, sobre todo, debemos dejar fluir nuestro trabajo para no olvidar por qué es que creamos en primer lugar: para ser libres.

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